En junio, la faena argentina totalizó 1,07 millones de cabezas, 9% más que en mayo, caracterizado por un largo paro de comercialización, pero 12% menos que hace un año.

Si se ajusta por días hábiles, resultó 1% menor que la de mayo y un 16% más bajo interanual. Es decir que, sin paro, la faena media diaria resultó inclusive apenas menor.

La participación de hembras fue de 42,1%, casi cuatro puntos menos que en mayo y cinco menos que en junio anterior. Puede haber sido la decisión de postergar la oferta de vacas, a pesar de la estación y de la falta de pastos agravada por la seca, en la espera de una reversión de la decisión tan poco lógica de cercenar las exportaciones.

Pero si se analizan las tendencias de arrastre, tanto en el mes a mes como, especialmente, con promedios móviles de a tres o a doce meses, se ve que aquéllas han continuado en la dirección en la que venían, sin parecer estar afectadas por la reciente medida de cuotificación de embarques.

Es cierto que la faena refleja lentamente los cambios en el contexto, dada su inercia y de que depende de la decisión de miles de operadores que no piensan ni operan de consuno de manera automática.

Tales tendencias hacia una menor faena fueron lideradas por las hembras pero en los últimos meses se agregaron los machos, lo que refleja mayores intenciones de retener vientres y alargar el engorde de los últimos.

La faena de los últimos 12 meses es 4% menor a la de un año atrás, pero mayor que las faenas de períodos comparables de los nueve años previos.

Es la primera vez que se retrae después de varios años de crecimiento. Por lo tanto, sería normal que 2021 termine por debajo de 2020 dado el carácter cíclico de la ganadería.

De todos modos, no hay que olvidarse que el contexto cambió, drásticamente, y no existen certezas sobre los plazos. Por lo que habrá que seguir el análisis de las faenas por venir en los próximos meses para tratar de evaluar su impacto en las decisiones de los ganaderos.

Mientras tanto, esta baja en la faena seguirá generando una menor producción mensual de carne y el cálculo del consumo aparente per cápita seguirá mostrando números más bajos, consistentes con el estancamiento de largo plazo del sector y el crecimiento de la población.

Aquel número sólo podría cambiar rápidamente con una masiva importación de carne, lo que no está a la vista dentro de las probabilidades.